Reseña: Nieve en los bolsillos. Alemania 1963

El albergue de la memoria 

Nieve en los bolsillos: Alemania 1963 

Kim 

Norma Editorial

Nieve en los bolsillos es quizás el relato autobiográfico historietístico en el que el autor habla menos de si mismo y más de los otros, en este caso de las personas con las que compartió sus vivencias en una etapa determinada de su vida. Aquellos meses que, el joven Kim, Joaquim Aubert, en 1963 y 1964, pasó en Alemania como emigrante. De este modo el hecho narrativo individual de recuperar la memoria de unas experiencias propias se convierte en un potente testimonio social sobre un fenómeno colectivo: la masiva emigración de españolas/es a Alemania en la década de los sesenta del pasado siglo. Además, esta mirada al ayer adquiere paradójicamente categoría de actualidad, tanto por las circunstancias que en estos momentos vive Europa respecto a la inmigración como por el debate sobre las grandes lagunas de nuestra memoria colectiva.    
Kim, después una larga carrera en El Jueves, y otras publicaciones, en los últimos  años inició una nueva fase creativa con la realización gráfica de El arte de volar y El ala rota, dos grandes obras en las que los guiones de Antonio Altarriba narran respectivamente la vida de su padre y su madre, y con ellas retratan el devenir de sectores sociales bajo el franquismo. En Nieve en los bolsillosla memoria vuelve a ser el motor del relato en el que Kim asume no sólo la condición de autor completo sino también de protagonista.  Con veintidós años cumplidos y ante la perspectiva cercana de realizar el obligatorio servicio militar, la mili, Joaquim, lo de Kim vendría más tarde, decide irse a Alemania, “en aquellos días la tierra prometida” según afirma en una viñeta, en busca de trabajo y también de otros horizontes vitales. Así inicia un viaje que finalizará en la ciudad alemana de Remscheid y incorpora componentes iniciáticos, pues lo protagoniza un joven que aún no sabe como va a integrarse en la sociedad adulta y que a través del cual conocerá personas y vivencias que le enriquecerán como persona. Eso si, aquí no hay grandes paisajes, ni grandes retos, ni grandes personajes históricos o de leyenda sino mucha empatía por las diferentes personas con las que comparte camino. Personas que tienen un definitorio punto en común: haberse tenido que marchar de España, bien por necesidades económicas bien por escapar de diferentes formas de autoritarismo familiar y social. De forma que por una parte  la obra transmite la cálida humanidad de la solidaridad primera. Esa que consiste en tejer encuentros, solidaridades amistades coyunturales pero que se alimentan de  la necesidad de compartir recuerdos, de sentirse próximos unos a otros, de superar la continua sensación de sentirse extraños, desarraigados,  de no estar solos, de ayudar y ayudarse.  Mientras que por otro lado, en la descripción de esas diferentes circunstancias que habían motivado los diversos exilios, particulares y colectivos, se dibuja un retrato indirecto, pero eficaz, de la situación en España. Así, el viaje se convierte en un espejo en el que se refleja la España sometida a la dictadura franquista que a pesar de irse quedando más lejos físicamente continuaba presente. Por otra parte, como mencionaba antes, los motivos que provocaron entonces nuestra emigración, a Alemania y Suiza principalmente, tienen eco en muchas de las causas que motivan que intenta llegar a Europa actualmente: las diferencias económicas y de bienestar entre la sociedad de origen y la de destino, así como la ausencia  o debilidad de libertades y derechos. Así mismo, la lectura de las vivencias de aquellas personas nos acercan a las que llegan a nuestras sociedades desde el Sur, vemos las similitudes en el extrañamiento social, la difícil situación de los que están en condiciones irregulares. La corta secuencia en la que Kim describe la llegada de un contingente de emigrantes españoles en autobuses, confundidos, marcados por el estigma de su pobreza y con el miedo y la tristeza en sus caras, nos ofrece una lúcida y siempre actual perspectiva sobre el componente traumático de la emigración forzada.
En el apartado de la realización gráfica esta obra evidencia como ha madurado la síntesis entre realismo y caricatura iniciada en El arte de volar hasta adquirir una valor de naturalidad, que en este caso realza el tono de cercanía que domina en la narración, facilita nuestra empatía lectora y nos integra en el desarrollo del relato.
Pepe Gálvez